Al final de la década de los noventa, en un anticuario de Madrid se produjeron una serie de acontecimientos de extraña explicación. Decenas de personas fueron testigos y sufrieron en sus propias carnes los fenómenos que allí acontecieron.
En una tienda de antigüedades de Madrid se producen fenómenos paranormales. Un anticuario de Madrid padece desde hace tiempo fenómenos paranormales en su local situado en la calle Marqués del Monasterio, en el distrito Centro de Madrid. Según declaró el propietario de la tienda, Noel, a una emisora de radio: “una de las cosas que más suceden es que se caigan objetos sin que nadie los toque. A veces se ven figuras, otras veces son ruidos, reales, y luego, sin embargo, no hay nada que los justifique”.
Con estas palabras comenzaba Cristina Rovirosa, locutora de la cadena de radio Onda Cero, el informativo de las ocho de la tarde del 11 de febrero de 1999. Una redactora de esta emisora acababa de filtrar la noticia de los extraños episodios que se estaban produciendo en un comercio de la capital.
El grupo de investigación paranormal HEPTA y otros expertos en la materia no tardaron en personarse en el local para comprobar y realizar las investigaciones pertinentes sobre los fenómenos que allí sucedían.
Todo el local, abarrotada de objetos y antigüedades, desprendía un aura casi mística que trasladaba a otras época de la historia. Ángela, copropietaria del negocio, relataba los sucesos a los investigadores.
“Todo comenzó en marzo del pasado año, Noel me comentaba en forma jocosa – aquí hay fantasmas. Y efectivamente, comenzaron a pasar cosas”. Y es que desde que se pusieron al frente del establecimiento, situado en la madrileña calle Marqués del Monasterio, número 10, ya nada es normal en su vida diaria.
Ángela continuaba contando:
“Las lámparas comenzaron a moverse solas. Por ejemplo, los adornos cristalinos que cuelgan de ellas aparecían en otras habitaciones. Saltaban delante de tus ojos o directamente se rompían. Se abrían solos los grifos, a veces parecía como si se cayera una vajilla contra el suelo y muchas otras surgía un olor a podrido que se transformaba en un aroma a rosas increíble. Surgía por las habitaciones e impregnaba algunos muebles. Olía a pelo quemado dentro de uno de los armarios.”
Los fenómenos fueron aumentando en agresividad y frecuencia. Los primeros testigos de excepción fueron los alumnos de las clases de restauración que se imparten en la parte trasera de la tienda. Pero antes de que personas ajenas a ésta pudieran presenciar estos sucesos, Ángela, y especialmente Noel, vivieron experiencias extraordinarias.
“Estábamos un día organizando la tienda. Encima de la mesa teníamos un velón y de repente se encendió solo. En otra ocasión Noel tiró a la basura una cabeza de carnero porque parecía cobrar vida. Después de tirarla a la basura la encontramos en la puerta del local. A partir de ese día la hemos escondido.”
El estupor de los propietarios les llevó a contar a sus amigos más allegados lo que estaba ocurriendo.
“Había días que cerrábamos la tienda y veníamos a ver qué pasaba. Siempre a la misma hora se desencadenaban los acontecimientos. Estando con unos amigos en la salita principal comenzaron a caernos unos trocitos de madera como carcomida y húmeda.”
Al concluir el verano, la violencia aumentó de forma alarmante incluso ante los conocidos de Ángela y Noel.
“Recuerdo una noche que cerrábamos la tienda. Nos fuimos a cenar y volvimos para ver si había pasado algo. Cuando entramos, los vasos con agua que dejamos para mantener la humedad de la madera de los muebles salieron despedidos contra unas esculturas romanas”.
A partir de ese momento los incidentes empezaron a hacerse permanentes y los clientes comenzaron a presenciar las extrañas escenas.
“¡Tú no sabes qué vergüenza! […]. Llegaba un cliente, le enseñábamos algunas piezas y empezaban a caer objetos. Se iban despavoridos. Nos inventábamos mil excusas pero no podían creernos“.
Los fenómenos, con el tiempo, fueron reduciendo su intensidad hasta prácticamente desaparecer. Según se cuenta, anteriormente vivía en ese lugar un abogado que murió abrasado al provocarse un incendio por culpa de un cigarrillo en la cama. Los investigadores aseguraron que éste lance no tenía nada que ver con los sucesos de la tienda de antigüedades. Un típico caso de psicoquinesia espontanea recurrente, más conocido como poltergeist, producido probablemente por una de las personas presentes. Con la salvedad de que, según testimonios de vecinos y del propio conserje, durante las noches, con el local cerrado, se escuchaban charlas y ruidos como si allí hubiese alguien trabajando…
Hoy en día, todos los interrogantes continúan abiertos sobre lo que ocurrió en realidad en ese lugar.
POR: DOUGLAS JOSUE
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