El 9 de noviembre de 1929 fueron encontrados en el museo de Topkapi, en Estambul, dos fragmentos de mapas del mundo confeccionados en 1513 y 1528 por el almirante turco Piri Reis. Desde
1953 han sido objeto de los estudios de diversos especialistas, y las conclusiones a que se ha llegado son sorprendentes. En ellos se ve el Océano Atlántico y las costas americanas, europeas,
africanas, árticas y antárticas. La zona comprendida entre Terranova y el sur de Brasil aparece con una exactitud impresionante considerando la época en que fueron trazados, y esto hace pensar
que mucho antes de Colón, mucho antes incluso que los vikingos (Leif Ericson, en 1002), el continente americano ya era conocido. Comparados con otros mapas de la época, se ve de inmediato que
éstos son diferentes. En todos los demás Europa y África están dibujados exactamente, pero hay grandes errores en América. Incluso en uno de ellos, publicado en 1550, aunque el Nuevo Mundo
aparece ya como continente, su dibujo es muy inexacto. Según algunos investigadores, los datos contenidos en los fragmentos podrían tener hasta 10.000 años de antigüedad. Piri Reis Almirante Piri
Reis. Héroe para los turcos, pirata para los demás, Piri Reis contribuyó a consolidar la supremacía del Imperio Otomano en el Mediterráneo. En el tiempo libre que le quedaba entre batalla y
batalla, fue escribiendo su libro de memorias, el “Bahriye”, donde además de describir los puertos del Mediterráneo, se preocupó de trazar mapas acuciosamente, pues estaba muy consciente de que
para hacer uno había que tener profundos conocimientos. “El más pequeño error hace inutilizable cualquier mapa marino”, decía. Para hacer su primer mapa del mundo, en 1513, contó con cerca de 20
mapas muy antiguos, algunos de los cuales no eran conocidos en Europa, además de uno trazado por Cristóbal Colón, y que obtuvo de un miembro de la tripulación de Colón que posteriormente fue
hecho prisionero por su tío, Kemal Reis. Según cuenta Piri Reis en el “Bahriye”, este prisionero le contó que Colón supo de la existencia de tierras occidentales gracias a un libro que cayó en
sus manos, y que habría sido escrito en tiempos de Alejandro Magno, y cita el siguiente relato textual del marino de Colón: “Los habitantes de esa isla vieron que la llegada de nuestro barco no
significaba ningún mal para ellos; por consiguiente tomaron pescado y nos lo llevaron en sus canoas. Los españoles quedaron muy contentos y les regalaron cuentas de vidrio porque Colombo había
leído en su libro que a esos hombres les gustaban las cuentas de vidrio”. ¿Qué libro era ése? Los Mapas Los mapas de Piri Reis están trazados en piel de gacela y tienen muchos dibujos. Hay
retratos de los reyes de Portugal, Marruecos y Guinea. En África se ven un elefante y un avestruz, y en América del Sur, llamas (desconocidas por los europeos de la época) y pumas. Además hay
barcos en las costas, aves en las islas y montañas indicadas según su relieve. En 1953, una reproducción de los fragmentos llegó a manos de Arlington Mallery, especialista en mapas antiguos,
quien se dio cuenta de inmediato de que los mapas encerraban un gran misterio. Entonces recurrió a otros destacados cartógrafos para proceder a su estudio. Entre ellos estaba I. Walters, del
Servicio Hidrográfico de la Marina norteamericana. Además, pidió la colaboración del R.P. Linehan, un jesuita, sismólogo miembro del Observatorio del Bostón College, e integrante de las
expediciones norteamericanas en la Antártida. El primer problema con que se encontraron fue descifrar el sistema de proyección usado en la confección de los mapas. Basándose en los trabajos del
explorador sueco Nordenskjold, quien tradujo los antiguos portulanos (*) al lenguaje cartográfico moderno, en 18 años de trabajo, Mallery, y luego Charles Hapgood y sus alumnos, pudieron
descifrarlos y comprobar que los mapas provenían de diversos orígenes, todos muy antiguos. Las longitudes, que aparecen indicadas exactamente, ni siquiera Colón podía calcularlas. *Portulanos:
cartas marinas que incluían informes y comentarios diversos. El Desciframiento Si bien, como ya dijimos, las costas entre Terranova y el sur de Brasil no presentan problemas de exactitud, sí los
hay en la parte correspondiente a Groenlandia y la Antártida, cuyos contornos no corresponden a los actuales. Sin embargo, con las técnicas modernas de gravimetría y sondeos sísmicos se han
levantado mapas del relieve de Groenlandia, tal como es bajo la capa de 3.000 metros de hielo que la cubre, y también de zonas de la Antártida donde la costra de hielo mide unos 4.000 metros, y
el resultado ha sido espectacular. Respecto de Groenlandia, las líneas de relieve bajo el hielo corresponden a las dibujadas por Piri Reis en sus mapas. Estos, entonces, serían anteriores a la
glaciación de los polos, que según los especialistas, se habría producido hace 9.000 ó 10.000 años. En cuanto a la Antártida, aparece prolongando América del Sur, y la costa de la Tierra de la
Reina Maud coincide con un mapa del año 1954, salvo en un lugar en que Piri Reis señalaba la existencia de dos bahías, y el otro mapa, tierra firme. A instancias de Mallery, se efectuaron sondeos
sísmicos en el lugar y se encontró que el mapa correcto era el del turco. R.P. Linehan dice: “Los trabajos realizados hasta ahora demuestran que esos mapas parecen notablemente exactos. Pienso
que estudios sísmicos complementarios que permitan determinar el emplazamiento respectivo del hielo y la tierra firme, demostrarán que esos mapas son todavía más exactos de lo que creemos
actualmente”. Pero los rusos no están de acuerdo con esta teoría. Según ellos, no sería la Antártida sino el extremo sur de la Patagonia y la Tierra del Fuego lo que aparece en los mapas, aunque
el profesor L.D. Dolguchin, del Instituto Geográfico, piensa que podría tratarse de la Antártida, pero después de la glaciación. El Mapa de Piri Reis (Clic para ampliar) Las Preguntas Así, parece
que Piri Reis poseía información acerca de una América anterior al descubrimiento de Colón. ¿Dé dónde provenía esta información?. No es probable que haya sido de los vikingos, éstos sólo
conocieron América del Norte. ¿Quién entonces? Algunos creen que tiene que tratarse de otra civilización. Durante toda la Antigüedad Clásica y la Edad Media se habló de la existencia de un
continente legendario más allá del mar. Los griegos lo llamaban “Antíctona”, la tierra de las antípodas. Por ahí por el año 600, san Isidoro de Sevilla se habría referido también a él diciendo
que era más cálido que Europa, y hasta hubo una expedición de monjes que zarparon de las costas de Bretaña a evangelizar a los nativos de ese continente. Nunca se supo de ellos. Si acaso
llegaron, ¿pudieron haber sido ellos quienes registraron las cartas náuticas que llevaron a los mapas de Piri Reis? Es muy probable. Más probable es que hayan sido los fenicios, por tradición
avezados navegantes. Se han encontrado restos arqueológicos de características mediterráneas en América del Sur y también en la del Norte. Es posible pues, que hayan llegado y como hábiles
comerciantes que también eran, hayan mantenido en secreto el descubrimiento para preservar una excelente fuente de abastecimiento. Otra posibilidad es que en América haya existido una gran
civilización desaparecida. Según la opinión de Mallery, trazar mapas tan extensos como los de Piri Reis, no puede ser obra de un pequeño grupo de exploradores. Se requiere, además, de “técnicos
en hidrografía particularmente competentes y organizados”, y “técnicos que conozcan astronomía y métodos para el relevamiento de mapas”. Y agrega textualmente: “No comprendemos cómo fue posible
trazar un mapa tan exacto sin la ayuda de la aviación. El hecho es que aquellos cartógrafos sí lo hicieron, y además los grados de longitud fueron determinados de modo absolutamente correcto,
cosa que nosotros sólo sabemos determinar desde hace apenas dos siglos”. Mallery, quien además es especialista en América precolombina, ha recopilado pruebas que señalarían la existencia de tal
civilización. Da como ejemplos la existencia de altos hornos para fundir hierro, cuya antigüedad real no ha podido ser determinada y, en Pennsylvania, de piedras cuyas inscripciones tienen cierta
semejanza con inscripciones fenicias, aunque se diferenciarían de las primeras escrituras mediterráneas en que en estas piedras se han encontrado 170 signos más, además de no tratarse de una
escritura realmente silábica. La civilización que escribía de esta manera, ¿podría ser la misma que construyó la misteriosa Tiawanaku? ¿Podrían ser los enigmáticos dioses blancos de las leyendas
de los nativos americanos? Algunos estudiosos concluyen que sí, aunque carezcan de pruebas concluyentes. No faltan quienes piensan que los mapas son obra de extraterrestres, pero los detractores
de esta posición alegan que en ese caso era más probable que dichos seres levantaran mapas del interior de los continentes más que de las costas, y estas cartas de Piri Reis son al parecer útiles
sólo para navegantes terrestres. También están los partidarios de los atlantes. Brad Steiger, en su libro “Atlantis Rising”, sostiene que fueron éstos los autores de los mapas. La respuesta de
quienes no están de acuerdo con esta hipótesis es que tanto la Atlántida como Gondwana habían desaparecido muchísimo antes de los 10.000 años que corresponderían a la antigüedad de los mapas. Tal
vez hayan sido sobrevivientes de esos continentes… O también podría ser que hace 10.000 años, junto con el hombre de Cromagnon existiera en la Tierra una rama evolucionada de humanos, cuya
civilización alcanzó los niveles de tecnología necesarios para levantar mapas exactos. ¿Qué pasó con esa civilización, si es que en verdad existió? Los partidarios de esta posibilidad sugieren
que tal vez fue destruida por un cataclismo y ahora queda en manos de la arqueología el descubrir las pruebas que nos verifiquen su existencia…