El caso ocurrió el día 21 de octubre de 1963, a 3 km. de la Villa de Trancas, en el Norte de la provincia argentina de Tucumán. Allí está establecida la finca de la familia Moreno, rodeada de sembradíos y en relativo aislamiento respecto de las demás fincas vecinas. Aquel día se encontraban allí, además de su propietario, don Antonio Moreno, de 72 años (en aquella época) y de su señora esposa, Teresa Kairuz de Moreno, de 63 años, sus hijas Sras. Yolanda Moreno de Colotti, de 21 años, y Argentina Moreno de Chavez de 28 años (esposas de dos Oficiales del Ejército Argentino). Completaban el grupo, tres niños de corta edad, y la joven Dora Martín Guzmán, encargada de las tareas domésticas. A las 21.30 hrs, la joven Guzmán dijo a sus patrones que estaba sucediendo algo extraño en un lugar cercano a las vías del Ferrocarril Belgrano, que pasa a 250 metros de la casa. Picados por la curiosidad, el señor Moreno y su hija Yolanda se acercaron a la ventana y observaron en efecto, algo raro, sin que pudiera catalogarse de alarmante; cerca de los terraplenes se hallaba parado “algo” que no pudieron precisar qué era. Parecía “un pequeño tren” recubierto por unas luces de una intensidad impresionante. A su alrededor se movía un grupo de personas, como si estuvieran realizando alguna tarea. La primera idea que se les ocurrió fue que se podía haber producido algún accidente, o que tal vez estuvieran efectuando alguna reparación, en la que intervenía una cuadrilla de obreros del Ferrocarril. Luego, ya alarmados, sin saber la razón de ello, pensaron que podía tratarse de algún sabotaje. Pero estas ideas fueron pronto descartadas al contemplar los extraños cambios de color de la luz, que se sucedían sin interrupción. Aquello los indujo a pensar que se encontraban frente a un caso inexplicable y anormal. Aspecto general del fenómeno luminoso observado cerca de las vías del ferrocarril. Las sombras asumían contornos antropomorfos y se movían en distintas direcciones. Por lo mismo la Sra. De Colotti, pidió a su hermana, que tratara de averiguar lo que ocurría, en el portón de la finca. Los hechos acontecían. También habían allí cinco perros que se mantenían mudos frente a estos acontecimientos, lo mismo que las varias docenas de aves de corral. El Comisario Marcos Fidencio Hidalgo, SubDirector de Seguridad informó al Jefe de Policía de acuerdo a los testimonios recabados, lo siguiente: La señora de Chavez abandonó el interior de la casa para averiguar qué estaba ocurriendo. Luego de cruzar el patio, notó con estupor que frente a ella, entre las sombras de la noche, se balanceaba en el aire algo así como una especie de plato gigante. Atemorizada, regresó a la casa y contó lo que había presenciado. Un momento después las hermanas volvían a salir, y Yolanda Moreno, dirigió hacia el objeto el haz de luz de una linterna eléctrica para tratar de ver lo que pasaba. Del interior del aparato emergió entonces un potente rayo de luz que las encegueció y les produjo la sensación de quemar sus rostros. El interior del objeto se iluminó entonces completamente y empezó a lanzar haces de luz violácea, en tanto que una densa neblina blanca lo envolvía y empezaba a percibirse un fuerte olor a azufre. Las mujeres corrieron aterrorizadas a la casa y se encerraron, colocando muebles y objetos pesados detrás de la puerta, a la par que escondían a los niños, permaneciendo en el mayor silencio presas de un pánico creciente. Con todo, el objeto próximo a las vías férreas, proseguía iluminando a un grupo de “personas” que se desplazaban de un lugar a otro. Una serie de discos fueron desplazándose hacia la casa. Uno en la propia casa de los observadores, otro en la de los vecinos. Desde el disco partían rayos de “luz sólida” que no dejaban penumbras, y que inspeccionaban los alrededores de la casa con luces que parecían tubos luminosos, iluminando las plantaciones, el granero y el gallinero. Los Moreno, desde sus ventanas entreabiertas, seguían los movimientos y observaban los detalles del increíble suceso. La señora de Colotti, revelaría más tarde algo que no se atrevió a decir en sus primeras revelaciones: “la luz roja atravesaba las paredes, e iluminó el interior de la habitación sin ventanas, donde dormían los niños que en ese momento empezaron a sudar profundamente dormidos”. Lo mismo ocurrió con los perros, que tardaron mucho en ser despertados. Las gallinas padecieron el mismo fenómeno. Todos aquellos que habían estado en contacto con aquella luz estaban como hipnotizados. No se despertaban normalmente. Los destellos del disco que permanecía sobre la huerta, exactamente sobre los canteros de lechuga eran contestados por otros haces de luz que provenían del terraplén del Ferrocarril. El objeto de mayor tamaño, de aproximadamente unos 25 metros de diámetro despedía haces de luz de un blanco brillante que iluminaban todo el área como si fuera de día. Asimismo informó que “la luz parecía poder tocarse y que en determinado momento salió al patio trasero de la casa y con su antebrazo tocó la luz, la cual se recogió enseguida dentro del objeto”. Asimismo, las hermanas pudieron observar que el objeto poseía seis ventanillas de alrededor de un metro de alto, aunque la potencia de la luz no permitía apreciar el interior. Después de 40 minutos, los objetos se elevaron alejándose hacia la zona de las Sierras de Medina, saliendo de la parte trasera de la finca un séptimo objeto, dejando todos ellos una espesa niebla que permaneció sobre el lugar un tiempo largo. Cabe aclarar que ningún objeto tocó el suelo, sino que se mantuvieron flotando a cierta altura, aproximadamente de 1 a 2 metros en el aire. El Parte Oficial agrega que la potente luminosidad fue observada parcialmente por los vecinos Una vez desaparecido los objetos los perros comenzaron a aullar y se mantuvieron así por varias horas, mientras que las aves se mantenían como adormecidas. El informe del Capitán Omar Pagani agrega “En el lugar de la sierra donde desaparecieron los objetos, quedó un resplandor como el que produce, vista de lejos, una ciudad iluminada, durante aproximadamente una hora y media. Tuve la suerte de tener en mis manos una rama tocada por uno de estos discos. Se le hicieron análisis para reproducción y resultó imposible”. Las evidencias que dejó el Caso Trancas son los análisis de las sustancias pulverizadas parecida a talco y encontradas debajo de donde estuvo el objeto de mayor tamaño, arrojando de acuerdo a los estudios y análisis llevados a cabo por el Dr. Walter Gonzalo Tel, Jefe del Laboratorio Químico del Instituto de Ingeniería Química de la Universidad de Tucumán lo siguiente: 96.48% de Carbonato de Calcio y 3,51% de Carbonato de Potasio, es decir, calcio casi en estado puro. También se hallaron bolitas de calcio y magnesio sobre las vías del Ferrocarril Belgrano, provenientes de los seis objetos de menor tamaño que se encontraban allí, y también éstas tenían el mismo estado de pureza. La zona donde se encontraba sembrado la lechuga apareció todo quemado, y fue inútil allí volver a sembrar por varios años. Donde estuvo detenido el objeto de mayor tamaño, fue descubierto un círculo perfecto de 25 metros de diámetro de tierra seca donde no creció nada hasta cerca de seis años después de estos acontecimientos. Quedaban allí las huellas, las evidencias físicas, como testigos mudos de aquel espectacular incidente O.V.N.I. de los sucesos de Trancas del 21 de Octubre de 1963 en el norte argentino. Un incidente de suma importancia para la casuística ufológica argentina por los hechos acontecidos, características del fenómeno y la calidad de los testigos.