CONOCE LA TRANSCOMUNICACIÓN: CONTACTO CON EL MUNDO DE LOS MUERTOS

El continuo perfeccionamiento de la Transcomunicación Instrumental – supuestos contactos con el más allá a través de medios técnicos – ha permitido a sus seguidores construir una cosmogonía propia sobre la vida, la muerte y ese otro mundo. Según su filosofía, los seres que fallecen en la Tierra experimentan un salto dimensional hacia un mundo semi-material llamado Marduk, que está situado en unas coordenadas espacio-temporales distintas a las terrestres. Resulta poco menos que imposible calcular cuántas personas en todo el mundo están convencidas de que pueden contactar con el más allá a través de un simple magnetofón. De hecho, las psicofonías se utilizan desde hace décadas como un medio sencillo de comunicación con personas ya fallecidas, proporcionando a miles de familias una esperanza sobre la supervivencia a la muerte. A los magnetofones les siguieron otros medios técnicos que servían de soporte para el contacto, como televisores, radios, teléfonos y hasta los modernos ordenadores. A través de estos aparatos, algunos investigadores aseguran haber obtenido abundante información sobre la base del contacto tecnológico con el más allá. De este proceso nació la Transcomunicación Instrumental (TCI). Entre sus más activos experimentadores se encuentra el matrimonio formado por Maggy y Jules Harsch-Firschbach, quienes comenzaron sus pesquisas en este campo en 1986, a través de las psicofonías. Con este método querían comprobar experimentalmente si existía una vida más allá de la muerte. Los resultados no se hicieron esperar y en pocos años fueron mejorando la cantidad y calidad de sus equipos, incorporando radios, luces ultravioletas y algunos ingenios electrónicos especialmente construidos para este fin. El objetivo de estos sofisticados aparatos era conseguir cada vez mejores “comunicaciones” con ese otro mundo. El primero de estos equipos fue bautizado con el nombre de “Europuente de señales” y permitió al matrimonio Harsch-Firschbach obtener extensos discursos de personas ya fallecidas, que a veces llegaban a durar varios minutos. Poco tiempo después, las propias voces les indicaron cómo construir otro equipo, el GA-1, con el que pudieron entablar algunos diálogos con sus misteriosos interlocutores. LA VIDA EN EL OTRO MUNDO En Marduk habitarían seres de distintos planetas que viven en armonía con todos los animales. A través de estos dos sistemas, de otro más perfeccionado llamado “Puente de Burton”, de mensajes telefónicos, imágenes de vídeo y textos e imágenes grabadas espontáneamente en el ordenador, este matrimonio de Luxemburgo obtuvo abundante información sobre la vida después de la muerte. No fueron los únicos en investigar acerca de estas técnicas. Algunos años antes de que comenzaran las experiencias de Luxemburgo, en Estados Unidos se gestó otro ingenio para el contacto con el más allá. A pesar de que tuvo una vida muy corta, el Spiricom (Spiritual Comunication) permitió a Georges Meek, artífice de este proyecto, y a su constructor, William O’Neill, establecer contactos con el Dr. Mueller, un ingeniero en electrónica fallecido unos años atrás. A través de las supuestas conversaciones con Mueller, se recibieron numerosos mensajes donde se describía cómo es la vida en ese mundo. Otros investigadores en TCI, especialmente americanos y centroeuropeos, consiguieron contactos más o menos fluidos, a través de los cuales pudieron llegar a conocer una gran cantidad de conceptos e imágenes de este supuesto mundo de los muertos. Los diversos aspectos que conforman la cosmogonía de la Transcomunicación Instrumental son muy amplios y ricos en conceptos. El espacio donde residen los seres que alguna vez vivieron en la Tierra es, según la TCI, diferente en algunos aspectos concretos al que normalmente concebían los espiritistas clásicos. Se trata de mundos también materiales donde renace quien muere en la Tierra y adopta una nueva vida y nuevas obligaciones, como en un estadio más dentro de una progresiva evolución. Un mensaje recibido por Maggy y Jules Harsch-Firschbach ofrece algunas pinceladas al respecto: “Nosotros tenemos un cuerpo como el vuestro, pero que se origina sobre la base de vibraciones más finas… Aquí no existen enfermedades; los miembros que faltan crecen nuevamente. Los cuerpos que en la Tierra estaban atrofiados, aquí son regenerados”. Según los comunicantes de la TCI, los cuerpos sufren transformaciones reparadoras, estabilizándose en una edad determinada: “Las personas que mueren en la Tierra con una edad avanzada llegan aquí totalmente conscientes, después de un sueño reparador. Ese sueño de reposo tiene una duración terrestre de cerca de seis semanas, aunque en algunos casos puede durar un poco menos. Los niños que llegan son cuidadosamente recibidos y atendidos por sus parientes fallecidos. Los pequeños crecen y continúan desarrollándose hasta alcanzar una edad media de 25 a 30 años. Vivimos en compañía de otras formas de vida, con seres humanos que antes de la muerte física habitaban otros planetas…”. Estos cambios reparadores no se producirían como una acción caprichosa o mágica, sino que estarían subordinados a unas pautas evolutivas e integrados en un orden natural. MARDUK, UN UNIVERSO PARALELO Sin embargo, las peculiaridades propias de la personalidad y el carácter de quienes llegan a este plano no experimentan grandes cambios en el momento de la transición. A partir del inicio de esta nueva vida es cuando el ser tiene la oportunidad de aprender y de superar sus propias limitaciones. Este hipotético mundo donde residen los muertos, llamado Marduk, estaría ubicado en un Universo paralelo, en una dimensión a la que resultaría imposible acceder desde nuestras coordenadas espacio-temporales. Así describen su mundo los interlocutores de la TCI: “Los paisajes son impresionantemente bellos.. La amistad y la camaradería son algunos de los valores que continúan siendo cultivados en este mundo”. Según las informaciones recibidas por los transcomunicadores, Marduk está iluminado por tres soles. Como resultado de esta disposición, la temperatura es constante, muy suave y agradable. A igual que la Tierra, Marduk posee una Luna en su órbita. El planeta está surcado por un gran río, llamado poéticamente Río de la Eternidad, que se extiende a través de cientos de miles de kilómetros. En sus márgenes viven muchos y muy variados seres, normalmente agrupados por pautas culturales o de afinidad, constituyendo grupos que a veces resultan muy heterogéneos, pero que se encuentran en el mismo plano de existencia debido a su estadio de evolución. En ese mundo paradisíaco vivirían billones de seres humanoides, algunos fallecidos recientemente y otros hace siglos, procedentes de la Tierra y de otros planetas. Y es que según la TCI, la evolución de los seres está marcada por un progresivo paso por mundos cada vez más sutiles, hasta lograr las máximas cotas de evolución. Siempre según la filosofía de la TCI, existen varios estadios por los que deben ir pasando los seres con el fin de perfeccionarse. La Tierra estaría en el “primer plano” de esta escala evolutiva. El segundo le correspondería a lo que muchas religiones han dado en llamar Hades, Infierno o Purgatorio. En este plano, los seres conservarían muchas de las características menos evolucionadas de los terrestres.