Una de las mentiras más famosas y recurrentes son los famosos Tres Días de Oscuridad.
El mito supone que en algún momento del futuro próximo ocurrirá una desgracia planetaria en donde toda la Tierra pasará 72 horas sin luz solar, generando con ello bajas temperaturas y una
penumbra generalizada.
Las diferentes versiones del mito indican que los cultivos se malograrán, que los animales morirán y que media humanidad se congelará, pues será imposible generar combustión y de esa forma
conseguir algo de calor o luz, excepto si se usan un tipo de velas benditas.
Los Tres Días de Oscuridad se hicieron populares en los años setenta, en espera de la alineación planetaria ocurrida en marzo de 1982, de la cual, como es evidente, no ocurrió. Luego regresó con fuerza en la década de los noventa cuando se hibridó con otro de los cuentos astronómicos más famosos de los últimos años: el Hercólubus, Nibiru o Ajenjo, que indicaba la llegada de un planeta gigante a las cercanías de la Tierra produciendo un eclipse solar de tres días el 11 de agosto de 1999, algo que tampoco ocurrió.
2012 que por antonomasia se ha convertido en el año de las invenciones apocalípticas, los Tres Días de Oscuridad han vuelto recargados, la nueva fecha es 21 de diciembre de 2012, sí, en el final del baktún.
No hay que preocuparse por la supuesta oscuridad que supone vendrá a fin de año, los Tres Días de Oscuridad es una creencia infundada y no es científica, es parte de las fantasías apocalípticas de nuestra sociedad moderna.
No existe ningún planeta gigante que se acerque a la Tierra para generar un eclipse de tres días. Todos los planetas se encuentran girando alrededor del Sol tal como lo han hecho desde hace miles de millones de años, por razones puramente gravitatorias los planetas son esclavos de su órbita, no pueden salirse de ellas como si fueran bolas de billar en una mesa cósmica.
Tampoco el Sol puede apagarse de un momento a otro como una bombilla gigantesca, ni su luz se puede extinguirse así por así, para entender ello es preciso comprender el funcionamiento interno de
nuestra estrella, el cual es un fenómeno complejísimo y es uno de los grandes descubrimientos de la astrofísica del siglo XX.
La energía solar es vinculante con las reacciones que ocurren en el interior del Sol, en donde cada segundo se transforma 564 millones de toneladas de hidrógeno en 560 millones de toneladas de
helio. Como notarán en las cifras anteriores, hay un faltante de 4 millones de toneladas de materia, pero como en la naturaleza nada se pierde solo se transforma, esas toneladas se han convertido
en energía, que se transmite desde el núcleo a la superficie solar en forma de unas partículas que los físicos llaman con el nombre de fotones.
Pero el fotón que surge de la reacción hidrógeno-helio no llega a la superficie de nuestra estrella en el mismo momento que se produce, éste debe de atravesar diferentes capas solares en donde colisiona de forma aleatoria con otras partículas en un tiempo que puede alcanzar un millón de años hasta que finalmente alcanza la fotósfera, sale al espacio y llega a la Tierra en unos 8 minutos.
La luz solar es producto de reacciones nucleares, no es fuego como el que generan los carbones encendidos, es plasma y eso no puede apagarse de un día a otro, para ello el Sol debe de acabar con sus reservas de hidrógeno y poco a poco salir de un estado al cual los astrónomos llaman “secuencia principal estelar”, eso tomará unos 5 mil millones de años, a partir de ese momento se convertirá en una estrella gigante roja, y lamentablemente será el fin de la Tierra.
La realidad científica es bastante dura con las creencias, a pesar de ello, yo soy particularmente pesimista con los Tres Días de Oscuridad, dudo que desaparezcan de nuestras mentalidades, estoy seguro que volverán en unos años reciclados con otro mito apocalíptico, pues la supervivencia de dicha creencia se basa en la ignorancia y el poco conocimiento científico que tiene nuestra sociedad.