El llamado proyecto 1794 tuvo por objeto construir un platillo volante supersónico. Los materiales recientemente desclasificados dan a entender que la Fuerza Aérea de EE.UU. había cerrado un contrato con una empresa canadiense, que ya no existe, para diseñar y construir un vehículo aéreo muy distinto a todo lo conocido. Es más, el proyecto llegó a las pruebas de preprototipo de aeronave. Un informe datado de 1956 resume estas pruebas y demuestra claramente qué características buscaba alcanzar la Fuerza Aérea. 

El documento revela que estaba previsto alcanzar una velocidad máxima de "entre 3 y 4 Mach, un techo de más de 30 kilómetros y una autonomía de unas 1.000 millas náuticas (1850 kilómetros). 

De haberse hecho realidad estos planes, se hubiera desarrollado un platillo volante capaz de alcanzar alturas estratosféricas a una velocidad de crucero de unos 2.600 kilómetros por hora. El diseño contemplaba también el despegue y el aterrizaje vertical (VTOL) usando motores de reacción para controlar y estabilizar la aeronave. 

Y lo que es más importante: el documento indica que el desarrollo del vehículo iba mejor de lo previsto. “El actual diseño proporciona unas características mucho mejores que las previstas al inicio de las negociaciones acerca del contrato”. 

Esta conclusión deja en el entredicho la razón del abandono el proyecto. ¿Por qué no se libran guerras con el uso de platillos voladores? Se estimaba en 3.168.000 dólares el costo de acabar el prototipo, lo que a precios de hoy se traduce en 26,6 millones de dólares, un precio bastante moderado para una tecnología tan novedosa. Sin embargo, el problema con otros platillos desarrollados dentro del mismo proyecto fue bastante claro: en ningún momento pudieron alcanzar la altura de 30 kilómetros, tan solo poco más de un kilómetro, hecho que finalmente desembocó en que los militares abandonasen el proyecto.