El arqueólogo Richard Hansen, presidente de FARES(Foundation for Anthropological Research and Environmental Studies), destacó la importancia de laCuenca Mirador en Guatemala, como la cuna de la civilización maya, donde están investigando una concentración de 51 ciudades con miles de monumentales pirámides.
En este lugar se congregó el mayor número de ciudades mayas del período preclásico, período desde 1200 a. C. hasta 150 d. C, que se cree fue gobernado por un poderoso Reino Kan. Se construyeron las primeras calzadas conocidas en el mundo y se creó un arte y estilo propio de la región.
La Cuenca Mirador, cuna del jaguar y un sin número de especies exóticas, se encuentra al norte de la ciudad de Flores, en Petén, y se extiende hasta más allá del límite fronterizo con Campeche, México. Comprende una región de unos 2.156 kilómetros cuadrados, que ahora están protegidos por el Gobierno, bajo el nombre del Proyecto Mirador, liderado por el Dr. Hansen, y que incluye, entre otros, la colaboración de la Fundación Patrimonio Cultural y Natural Maya (PACUNAM) y la Global Heritage Fund (GHF).
En declaraciones reaizadas esta semana a La Gran Época, el Dr. Hansen, quien también es profesor afiliado de la Universidad Estatl de Idaho, reveló que desde 1978 están trabajando en este lugar de la selva y “hasta la fecha hemos investigado 51 ciudades y tenemos los mapas de éstas“.
Ocho de ellas están incluidas en un gran proyecto turístico ecológico sostenible. Se destacan El Mirador, Nakbe, Tintal, Xulnal y Waká.
“Son ciudades de varios tamaños, desde enormes hasta pequeñas, pero ahí están”, dice Hansen. “Calculamos que desde la frontera con México había un millón de habitantes en toda la cuenca”.
“Ellos estaban viviendo muy bien, había una gran productividad agrícola. Todo el mundo trabajando en esfuerzos comunes, construyendo pirámides,construyendo las primeras carreteras del mundo”,relata el arqueólogo.
Los mayas de la cuenca producían y se alimentaban especialmente de maíz, frijol, calabazas, muchas frutas tropicales y también perros. “Comieron muchos perros, venados y pavos. También los aztecas comían perros”, sostiene Hansen.
Se realizaron estudios de los insectos y de las especies de plantas, “para entender cómo era el mundo cuando los mayas entraron ahí”, y los resultados revelaron que “había esta misma vegetación”, que ahora. “Tenemos (registros) del polen, indicando que había la misma vegetación, que hay ahora”, aclara el arqueólogo.
Aunque el paso del tiempo borró muchas de las evidencias, las ciudades identificadas por el proyecto y los arquitectos de Guatemala, demuestran una excelencia en la construcción, con exquisitos y precisos relieves artísticos.
El conocimiento que se usó para construir estas ciudades “es totalmente autóctono, es totalmente original maya”, dice Hansen.
“Por lo que hicieron, aparentemente había conocimiento de los Olmecas porque resolvieron (las construcciones) al mismo tiempo. Los Olmecas no son la cultura madre, sino que representan una cultura hermana”, aclara el arqueólogo.
¿Por qué los mayas construyeron las pirámides más grandes del mundo en esta zona?. Hansen responde: “porque tuvieron los recursos políticos económicos y sociales para poder justificarlo”.
“Las pirámide son puro relleno de piedras y lodo, son sólidas”, dice el arqueólogo. “El objetivo más que todo era religioso, destinadas para ceremonias e identidades. Son pirámides no como en Egipto. En Egipto son todas funerarias. Estas son más funcionales, tienen escalinatas, tienen cuartitos arriba, tienen mascarones, y tienen arte por todos lados, para alabar a Dios, o a los Dioses.
Según el escritor mexicano, Claudio Obregón, para los mayas en épocas posteriores, “las pirámides eran como montañas mágicas ‘Huitz’, entidades, sujetos o sepulcros de dignatarios”. Ellos hacían creer al pueblo que les permitía conectarse con los dioses, sus ancestros y entidades de la naturaleza.
Tan solo en la ciudad de El Mirador, a lo largo de los cientos de años del preclásico, se construyeron alrededor de mil pirámides.
Respecto a las magníficas calzadas, éstas eran de 40 a 50 metros de ancho, de hasta 6 metros de alto, rellenas de piedra y cubiertas de una gruesa capa de estuco. Sus sendas se observan desde las imágenes satélites o Google Earth.
Casi todas las ciudades mayas de la cuenca estaban vinculadas por estas calzadas. No tenían ningún tipo de vehículo. Eran solo para el ser humano, para caminar. Además se consideraban parte de un ritual ceremonial. Representando un cordón del ombligo al cielo, explica Hansen. “Según los mayas cuando se cortó el cordón, es cuando se perdió el contacto con los Dioses y perdieron su cultura”, destaca el arqueólogo.
La arquitectura se caracterizó por la superposición de edificios, donde al cambio de un gobernante, las estructuras quedaban inmersas entre las nuevas, como un legado de grandiosidad.
Su sello fue la precisión tanto en el estilo de decoración, como en la pintura y en la disposición y colocación de materiales.
Entre las construcciones, destacan las de tipo ceremonial, que corresponden al juego de la pelota y los templos.
Los juegos de la pelota en la cuenca eran considerados un deporte y no eran usados para sacrificios como se muestra más adelante en Chichén Itza, en México.
“No creemos que habían tantos sacrificios hasta el período post clásico, por causa de la influencia Azteca. Tenemos sacrificios, pero no en gran escala, hasta el post clásico”. Respecto al ejemplo en Chichén Itza, Hansen cree que fue “una postura hecha de los gobiernos, de unos reyes”…” No creemos que todos los juegos a la pelota eran así”, destaca.
“Era una actividad deportiva. El orgullo de cada pueblo era su tipo de pelota”, señala.
“Mire lo que pasó en Roma, cuando tiraban a los cristianos a los leones y los gladiadores. Como seres humanos podemos ser magníficos o podemos ser muy malos”, declara el arqueólogo.
Las otras construcciones eran las del tipo astronómico, con observatorios y pirámides gemelas.
“Estaban relacionadas con los solsticios y los equinoccios. Estaban orientadas para los movimientos del Sol, más que todo en el mes de febrero, cuando tenían que sembrar el maíz. Simbólicamente recreaban la creación del mundo”, dice a La Gran Época Richard Hansen.
Para los mayas, había un Dios masculino y un Dios femenino, una pareja celestial. También había varios dioses que eran representación del mismo, con confusos vínculos, como el Dios de la lluvia, el Dios del pájaro, Dios del maíz, etc. Según Hansen, "con ello se quería seguramente formar solidaridad con las poblaciones; para unificar la población en una ideología política religiosa y económica”.
“Lo raro, es que en las pirámides preclásicas los mascarones no son retratos históricos (como en el período clásico), sino de los dioses. Como el dios del Sol”, dice el arqueólogo.
En su arquitectura sobresalen además las colosales estructuras político-administrativo y de elite, que según los arquitectos guatemaltecos, les permitía mostrar una imagen imponente para ejercer una acción dominante sobre el resto de la población.
Las construcciones domésticas incluían viviendas que se ampliaban a medida que crecía la familia. Otros hallazgos corresponden a laberintos, baños de vapor y mercados de material pétreo.
Estaban organizados en varias ciudades estado, cada una independiente entre sí, y que a su vez controlaba el territorio. Una ingeniosa ingeniería de diques urbanos y rurales mantenía el control de las aguas.
El vasto conocimiento maya de la cuenca abarcaba también una singular escritura de glifos, y una preciada artesanía tipo códice, que en algunos casos relataba muchos datos históricos.