La mayoría de las religiones monoteístas asocian el concepto de Dios a la creación. De esta forma, es común leer que Dios creó al Universo y “a los cielos y a la Tierra”. En pocas palabras, Dios creó la vida. Así, Dios sería sinónimo de “El Creador”. En las religiones politeístas existen deidades diferentes. Varios Dioses se habrían encargado de la creación...
No todas las religiones piensan o razonan de esta manera. Una distinción del Budismo con otras creencias es que no aceptan que El Universo haya tenido como punto de partida a una deidad creadora.
Desde el principio de la humanidad las sociedades tribales atribuían la vida a los seres que se movían, fueran humanos o de otras especies del reino animal. Pero algunas cosas, objetos o elementos se movían o producían sonidos, sin que los humanos primitivos pudieran comprender de qué se trataba. De esta manera el viento, los rayos, los ríos o la lluvia se presumían seres vivientes, y por la fuerza o poder de dar o de quitar la vida fueron objetos de culto.
Surgieron algunas deidades como Zeus, el Dios Trueno de la mitología griega, o el Dios del Fuego, Agni del Hinduismo.
También, para entender la noche o el día se comenzó a rendir culto a otras deidades como Selene, la Diosa Lunar de los antiguos griegos, o el Dios Sol que en la mitología egipcia aparece con el nombre de Ra, que era el símbolo de la luz solar. Por extensión, aparecieron muchos dioses asociados con estrellas u otros elementos de la naturaleza terrestre o cósmica, o con características humanas, como la Diosa romana del Amor, Venus, el Dios de la Guerra, en el caso de la mitología azteca, Huitzilopochtli, el Dios de la Fertilidad en la mitología celta, Cernunnos, hasta el Dios del Vino, Dionisio, mejor conocido como Baco, entre muchos otros.
Pareciera que el ser humano estuviera dotado con una capacidad genética que lo indujera a la búsqueda de un ser divino, de algún Dios.
Dios del Fuego, Dios Sol, Diosa Luna, Diosa del Amor, Dios de da Guerra, Diosa De La Fertilidad, Dios del Vino (Dionisio, Baco)
Por otro lado, algunos científicos afirman que el Universo no requirió de ninguna ayuda de origen divino para iniciar su existencia y otros, como Richard Feynman, premio Nobel de Física, ha planteado que el Universo no es el único, sino que también fueron creados de la nada muchísimos otros universos. Su creación no habría precisado de ningún Dios o Ser Celestial.
Es absolutamente natural que el ser humano se pregunte, dado que el Universo existe, quién lo creó. Pero si la respuesta es Dios, la segunda pregunta obligada por la misma lógica sería entonces: ¿Quién creó a Dios?, a menos que se acepte que esa deidad que creó al Universo no necesita creador, o más allá, que se creó a sí misma. Lo cual nos conduce a pensar sobre la probabilidad de que el Universo sea un Ser que actúa como Dios.
El problema para aceptar este concepto es la forma, el aspecto de Dios. Se tiende a darle forma humana a los distintos dioses lo cual se conoce como antropomorfismo.
Así le atribuimos a la divinidad o a otras formas de vida la figura o las cualidades del ser humano. Algunos credos religiosos nos enseñaron entonces que Dios era un ser humano, específicamente un hombre, generalmente de edad avanzada.
También le otorgamos forma o comportamiento humano a los alienígenas o a los animales. Sin embargo, esto no es correcto. La experiencia de la ciencia demuestra formas de vida y formas de comportamiento totalmente diferentes a los de la humanidad. Baste considerar que un óvulo no tiene brazos ni piernas, ni barba, ni ojos, ni orejas, ni habla, ni camina. Es redondeado y está vivo. Al igual que toda célula contiene toda la información que tiene un ser humano y es capaz de convertirse en otro.
Comunidades indígenas americanas consideran que la Tierra es un ser viviente con conciencia propia.
Para Stephen Hawking, Dios no creó al Universo. El Universo puede y podría crearse por sí mismo de la nada. Su creación espontanea es la razón, por lo que es redundante el papel de un creador del mismo.
Nosotros pensamos que el Universo no necesitó creador porque se creó a sí mismo, con lo que ello implica, que es un Ser viviente y consciente, con conciencia propia. Es decir, ¡El Universo es Dios!...
Si el Universo no necesitó a Dios para crearse, o se constituyó a sí mismo o siempre existió, es eterno, ¿Por qué no atribuirle al propio Universo la divinidad que le atribuimos a Dios?...
Y si el infinito y omnipresente Universo es Dios o la Presencia, y los seres humanos hemos sido creados a su imagen y semejanza, ¿Qué significa esto? ¿En qué somos análogos o equivalentes?...
Los seres humanos no tenemos aparentemente sistemas galácticos, ni sistemas solares dentro de nuestro organismo, ni cometas ni estrellas, ni constelaciones. Sin embargo, tenemos sistemas que funcionan como el sistema cardiovascular, el sistema digestivo, el respiratorio, el reproductivo, o el neurológico, entre otros… y tenemos distintos tipos de células, donde cada una de ellas tiene la capacidad de reproducirse.
Cada célula acoge en su seno el ADN con el cual se podría replicar en otro ser viviente. Y cada ser humano puede ser capaz de generar otra vida similar.
Sí, definitivamente nos parecemos a Dios, podemos crear vida, tenemos conciencia y subyace en nosotros –los seres humanos- la misma vida atómica y sistémica que en todo el Universo.
Estamos convencidos que lo que une a todo el Universo son los niveles de conciencia, es decir en la propiedad del ser humano de reconocerse en sus atributos esenciales, y en todas las modificaciones que en sí mismo experimenta, en el autoconocimiento del bien y del mal, de lo negativo y de lo positivo, en el conocimiento de sí mismo y la comprensión reflexiva de las cosas. En que se percibe a sí mismo en el mundo, y en el Universo. Así como Dios tiene conciencia de sí mismo, nosotros los seres humanos también. Esto es lo que nos une e iguala a Dios.
Ahora bien, ¿Acaso somos los únicos seres vivientes en el Universo?, Obvio que no, solamente en la Tierra han existido millones de especies. Deben existir infinitas formas de vida en el Universo.
La ciencia acepta que igualmente debe existir vida inteligente, pensante, con conciencia propia en el inconmensurable Universo, distinta de la humana.
Como psicólogos, creemos que existe un inconsciente colectivo, término utilizado por el psiquiatra Carl Gustav Jung al postular la existencia de un sustrato común a los seres humanos, de todos los tiempos y lugares del Mundo, constituidos por símbolos con los que se expresa un contenido del comportamiento humano que está más allá de la razón. Ahora teorizamos que asimismo debe existir un “consciente colectivo” que podría indicar que la suma de conciencias individuales podría determinar un nivel de conciencia superior a una conciencia individual.
La célula humana es un milagro. Señalábamos que solo una de ellas se puede convertir en una vida humana. Un conjunto de células llamadas dendritas conforman el cerebro humano. El cerebro humano es capaz de pensar y tener una conciencia propia. Si le sumamos las células del hígado, del corazón, de la piel y de todas las células de todos y de cada uno de los sistemas de un ser humano, tendremos un nivel de conciencia de mayor nivel. Lo cual nos lleva a pensar que la suma de todas las conciencias humanas debe ser una conciencia superior.
Más aún, si sumáramos todos los componentes del planeta Tierra, es decir todos los seres humanos, más todos los seres vivientes del reino animal, del reino vegetal, más los átomos y moléculas del reino mineral, más todos los elementos químicos, agua, tierra, aire, energía, es decir, toda la materia, y los distintos niveles de conciencia de todos los seres humanos junto a la psiquis o tal vez distintos niveles de conciencia de todos los seres vivientes, tendríamos que concluir que la Tierra tendría el nivel mayor de conciencia que la humana sola. ¡La Tierra estaría viva!...
Entonces, así como el monje budista explicaba por qué los padres son los dioses de los hijos, o sea, los seres humanos pueden ser dioses porque crean vida, llegaríamos a la conclusión que la Tierra es una diosa con un nivel de conciencia mayor que la humana.
Esto confirmaría que la naturaleza –la Tierra- es sabia, porque tendría conciencia de sí misma. De allí en adelante, debemos abrir la mente y nuestra forma de pensar e interpretar el concepto de Dios, porque la suma de distintos astros como los del sistema solar, incluido el Sol, del mismo modo tendría un nivel de conciencia superior, y así sucesivamente, las galaxias, constelaciones estarían vivas de igual forma y poseedores de una conciencia propia, hasta llegar a la suma de todas las conciencias, a la conciencia universal o total: El Universo o Dios o la Presencia.
Dios es la totalidad del Universo
Fuente: Capítulo 2 del libro "Quien es Dios" de los autores psicólogos María Mercedes Gessen y Vladimir Gessen